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CINEASTAS DEL NUEVO MILENIO (VIII): QUENTIN TARANTINO
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CINEASTAS DEL NUEVO MILENIO (VIII): QUENTIN TARANTINO

 


Quince años años después del estreno de su primer film, y aprovechando el estreno en España de Death Proof, la segunda parte del díptico Grindhouse, «Cineastas del Nuevo Milenio» se centra en la figura de Quentin Tarantino. Adorado por muchos y denostado por otros tantos, el ex-dependiente de videoclub de Knoxville posee un estilo y unos referentes que combina a su antojo en cada producción. La serie Z, unos pies, un maletero con cadáver, serpientes, kung-fu, litros de sangre... todo ello cabe en la coctelera de Tarantino. Con Reservoir Dogs abrió caminos nuevos. Con Pulp Fiction desconcertó al mundo entero, obteniendo con ello la Palma de Oro en Cannes y el Oscar al mejor guión original. Con Jackie Brown rindió homenaje al blaxploitation; y a las artes marciales en los dos volúmenes de Kill Bill. Bienvenidos al universo tarantiniano.

 

 

El decálogo de Quentin Tarantino 

(Por Joaquín Vallet) Ver cuadro inferior
 
(Por Tomàs Fernández Valentí)   
 
(Por Joaquín Vallet) 
(Por Alejandro Díaz)    
 
(Por Jordi Marí)  
 
(Por Joan Millaret)   
 
(Por Joaquín Vallet)
 
 

A partir del 24 de septiembre, dentro de Cineastas del Nuevo Milenio, especial Neil Jordan, a propósito del estreno de The Brave One.


El decálogo de Quentin Tarantino  

I. VIOLENCIA
Quizá es la violencia el elemento más comentado y discutido del cine de Tarantino y ello es debido a que la visión que el cineasta posee de los comportamientos extremos jamás es enjuiciadora ni crítica. Por el contrario, se encuentra tan unida al carácter y las maneras de sus personajes que se hace comprensible, moralmente aceptable, el único factor resolutivo que encuentran para moverse dentro de unas circunstancias hostiles. Extremizada en Kill Bill y analizada en Pulp Fiction, Tarantino tampoco duda en ofrecer un prisma irónico como bien demuestra el último bloque de su más reciente film, Death Proof.
II. VIEJAS GLORIAS
La obsesión revival con la que Quentin Tarantino emprende todos y cada uno de sus films ha provocado que, en la gran mayoría de ellos, sea “rescatada” del olvido alguna antigua estrella, ya casi dejada de lado en la actualidad. John Travolta atravesaba una etapa absolutamente mediocre en su carrera cuando protagonizó Pulp Fiction; Pam Grier estaba exactamente en esa misma situación antes de interpretar Jackie Brown; Robert Forster, también incluido en el reparto del film, se había reciclado en series de televisión y productos para vídeo; Sonny Chiba, una de las grandes estrellas del cine de artes marciales de los años setenta, fue recuperado por el cineasta para la primera parte de Kill Bill, al igual que David Carradine para la segunda. En todos los casos, éstas “viejas glorias” han correspondido a Tarantino ofreciendo las mejores interpretaciones de sus carreras.
III. BANDA SONORA
La elección de la banda sonora que compone sus films es, sin ningún género de dudas, uno de los aspectos que mayor expectación despierta entre los admiradores del cine de Tarantino. Cabe decir que la selección musical casi nunca se basa en criterios dramáticos, en la asociación vinculante entre la narración de la película y la canción. Por el contrario, Tarantino escoge los momentos y la sintonía desde una perspectiva sensitiva, emocional, teniendo mucho más en cuenta la sensación que transmitirá el conjunto que no su acoplamiento temático. El resultado es, en ocasiones, absolutamente sublime como bien demuestra la secuencia de los créditos iniciales de Jackie Brown, al son de Across 110th Street de Bobby Womack.
IV. MUNDO FRIKI
La formación cinéfaga de Quentin Tarantino hace que en sus films se mezcle, con sorprendente habilidad y personalidad, las referencias al cine más respetado con los productos más casposos. Es a este último grupo, sin embargo, al que el cineasta dedica una especial atención (y cariño) en todas sus películas. El cine oriental de artes marciales de los años setenta y, más concretamente, los films interpretados por Bruce Lee (Kill Bill), la blacksploitation y el cine de acción de esa misma década (Jackie Brown, Death Proof), el anime o el “spaguetti-western” (integrados también en Kill Bill), conforman un universo tan singular como polémico, de difícil aceptación para unos y apasionante para los demás.
V. MAFIAS
Resulta más que evidente, a este respeto, que el nexo común entre todas las obras de Tarantino se halla en el transfondo mafioso o marginal que, habitualmente, utiliza sólo para resaltar las peculiaridades de sus personajes. Desde el submundo eminentemente «gangsteril» de Reservoir Dogs, al de las drogas de Pulp Fiction, el tráfico de armas en Jackie Brown o el crimen organizado de Kill Bill, el universo al margen de la ley se convierte en un recurso necesario para exponer cinematográficamente unas ideas a contracorriente. Death Proof es la única de sus obras que se desvincula de ésta tendencia aunque, en el fondo, el personaje interpretado por Kurt Russell mantenga unas actitudes perseguidas por la justicia.
VI. TELEVISIÓN Y CULTURA POPULAR
El medio televisivo es una de las bases obligatorias dentro del estilo de Tarantino. Algo que no carece de lógica si observamos que el cineasta se sustenta en la cultura de masas para la creación de sus películas. Y, si de cultura de masas hablamos, la televisión es un referente clave. Sus personajes mantienen largas conversaciones en las que se citan series antiguas o detalles pertenecientes al medio (Pulp Fiction). De igual manera, otro aspecto de la cultura popular queda magistralmente expuesto en Kill Bill, mediante la reflexión que David Carradine realiza del superhéroe por excelencia, Superman.
VII. LOS PIES
Puede ser un detalle que, habitualmente, pase desapercibido pero la obsesión de Tarantino por los pies femeninos casi puede definirse como fetichista, recreándose en planos de detalle o en sinuosos travellings que acentúan su fijación por ésta parte del cuerpo. Antes de que les dedicara toda una secuencia en Kill Bill (aquella en la que Beatrix Kiddo intenta reanimarse el dedo gordo), la primera vez que vemos a Uma Thurman en Pulp Fiction va descalza y es así como baila con John Travolta en la pista; en Jackie Brown hay un primerísimo plano de los pies de Bridget Fonda, de hecho, es así como se nos presenta al personaje. E, incluso, su última película da comienzo con unos pies en el interior de un coche que cruza la carretera.
VIII. GODARD
La influencia de Godard en Tarantino va mucho más allá de que el nombre con el que él y Lawrence Bender bautizaron su compañía productora, A Band Apart, sea una referencia directa (incluso en el logo) a la película homónima que el francés dirigiera en 1964. Todo Reservoir Dogs y gran parte de Pulp Fiction están construídas bajo la influencia de éste film y bajo la estética de Godard. Asimismo, un cierto sentido del ritmo muy afín al utilizado por Godard a la hora de plantear sus películas (contemplativo y nada precipitado, muy a pesar de las apariencias) y un sentido narrativo que se escapa de las convenciones establecidas, terminan por definir las influencias de Godard en la obra de Tarantino.
IX. NARRACIONES LABERÍNTICAS
El deliberado sentido laberíntico de las narraciones expuestas por Tarantino es uno de los aspectos que han acabado por consolidarlo como uno de los cineastas más importantes del cine contemporáneo. No es que Reservoir Dogs o, sobretodo, Pulp Fiction establecieran aspectos novedosos en la manera de contar una historia, pero sí despertaron las posibilidades del cinematógrafo después de años de profunda somnolencia creativa (la década de los ochenta, básicamente) y han servido de base para que cineastas del tamaño de Paul Thomas Anderson o Christopher Nolan plantearan piezas caleidoscópicas tan complejas y fascinantes como Magnolia y Memento.
X. ROBERT RODRÍGUEZ
Entre los agradecimientos de Jackie Brown figura uno muy especial a Robert Rodríguez a quien Tarantino define como «my brother». Esto no es más que una muestra del afecto que une a ambos cineastas que han colaborado juntos en varias ocasiones. Aunque les separa un abismo de talento (en detrimento de Rodríguez) cuando realizan obras conjuntas se convierten en dos hombres que disfrutan con su trabajo como nadie, dos pequeños gamberros capaces de concebir un film tan marciano y divertido como Abierto hasta el amanecer o un monumento a los visionados de su adolescencia como el espléndido Grindhouse.•